Clamidia: síntomas y tratamiento para evitar la infertilidad

La clamidia, provocada por una bacteria, es una ETS que no siempre presenta síntomas evidentes. Sin embargo, estamos ante una infección que debe ser diagnosticada y tratada con el tratamiento más adecuado para evitar la infertilidad, entre otros riesgos para la salud. Vamos a ver más detenidamente qué hay detrás de la clamidia y cómo prevenirla.

Aunque no es una de infecciones (ETS) más conocidas, sí es una de las que más riesgos para la salud pueden entrañar, especialmente por lo que respecta a la fertilidad. Es importante, por las consecuencias que puede conllevar, detectarla a tiempo y someterse lo antes posible al tratamiento más adecuado para combatirla y evitar su reaparición.

Clamidia: ¿qué es?

La clamidia es una bacteria (chlamidia trachomatis) que se transmite a través de las relaciones íntimas de pareja, sin necesidad de que haya penetración, solo con el simple contacto de los órganos genitales puede expandirse y producirse el contagio.

Clamidia: consecuencias sin tratamiento

Una vez que se ha producido el contagio, la bacteria se desplaza, pudiendo llegar a infectar el cuello uterino, las trompas de Falopio y la uretra. Si no se diagnostica y trata a tiempo, puede provocar la llamada Enfermedad Pélvica Inflamatoria (EPI), un trastorno cuyos síntomas más comunes son dolor pélvico y abdominal y que, a su vez, causa problemas de fertilidad y un mayor riesgo de embarazo ectópico. De hecho, según datos médicos, se estima que en torno a un 20% de las mujeres que padecen esta infección quedan estériles. La clamidia también se puede transmitir de la madre al bebé durante el parto.

Clamidia: síntomas

El principal problema de la clamidia es que es una infección silenciosa, asintomática, es decir, que apenas presenta síntomas, por lo que es importante someterse a revisiones periódicas. No obstante, sí pueden aparecer ciertas señales que nos hagan sospechar de una posible infección, tales como la aparición de dolor al mantener relaciones íntimas de pareja o sangrado posterior, molestias al orinar, episodios de fiebre y cambios en el flujo vaginal (más cantidad y puede despedir un olor desagradable). Los síntomas, en algunos casos, aparecen varias semanas (entre una y tres) después de producirse el contagio.

La infección de la clamidia suele iniciarse en el cuello de la matriz, causando lo que se conoce como cervicitis o inflamación del cérvix.

Para prevenir el contagio de esta bacteria, la herramienta más eficaz es el uso de preservativo durante las relaciones de riesgo.

Clamidia: tratamiento

El tratamiento más común de la clamidia es con la administración de antibióticos. Asimismo, la persona contagiada, hasta concluir el tratamiento prescrito, debe evitar mantener relaciones íntimas de pareja. De igual manera, es aconsejable realizarse, a los tres meses, una prueba para confirmar que la infección ha remitido completamente. Es muy importante completar el tratamiento y seguir las indicaciones médicas (dosis, duración, hora de las tomas), ya que de lo contrario corremos el riesgo de que la infección no desaparezca totalmente, estando más expuestos a su reaparición. De igual manera, es aconsejable que la pareja también siga el mismo tratamiento.

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