Las heridas emocionales que trauman a los niños

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Las heridas emocionales no dejan marcas o señales físicas y visibles, pero eso no quiere decir que estén curadas, ni mucho menos. De hecho, hay heridas que son difíciles de borrar y que pueden marcar el desarrollo y el comportamiento de quien las padece en la edad adulta. De ahí la importancia de no subestimar las consecuencias que puede conllevar el daño emocional infringido sobre un menor. [/multipage]

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1. Humillación profunda
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Un insulto no deja marca física, al igual que una reprimenda o castigo sin sentido para el niño. Humillar, gritar o insultar es hacer daño emocional, herir su orgullo y su amor propio y, sin duda, la forma menos correcta de educarle y de enseñarle valores para ser una persona adulta sin traumas. [/multipage]

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2. Miedo al abandono
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Un niño que ha sufrido la soledad o el abandono difícilmente será capaz de olvidar ese miedo. El vacío dejado por la persona que ha perdido en la infancia es muy difícil de llenar, lo que puede convertirle en un adulto temeroso, con problemas de ansiedad y con miedo a relacionarse. [/multipage]

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3. Rechazo
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El rechazo, en cualquier forma, durante los primeros meses de vida es una herida difícil de borrar del alma humana. Un trauma por rechazo de la madre o padre que se convierte en miedo atávico al rechazo, inseguridad y tendencia a la frustración y a aislarse de los demás. [/multipage]

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4. Sentimiento de injusticia
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Si un niño se siente víctima de una injusticia, puede convertirse en un adulto demasiado rígido e inflexible. Una reacción emocional provocada por una infancia demasiado restrictiva, con reglas fijas y pocas concesiones. Por ejemplo,por una educación fría y unos padres distantes. [/multipage]

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5. Pérdida de confianza
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La confianza se puede perder de mil maneras, pero cuando ésta es traicionada en la infancia puede causar un trauma difícil de superar. Sentirse traicionado por sus padres o parientes cercanos puede tener un impacto negativo en las relaciones interpersonales en la edad adulta. [/multipage]

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