Método Montessori: Cómo hacer un frasco de la calma para niños

Los niños pequeños son pura emoción y energía, por lo que no es raro que de vez en cuando se alteren por una regañina o por haber tenido una rabieta recientemente. En estos momentos son muy difíciles de manejar, pero el Método Montessori nos trae una de las claves para afrontar estas situaciones de crisis. Te contamos cómo hacer un frasco de la calma para niños.

Frasco de la calma para niños

¿Qué es?

El frasco de la calma es un objeto capaz de tranquilizar a los niños después de una rabieta, una regañina o un momento de crisis para ellos. Se trata de un frasco de colores que brilla y atrae la atención de los pequeños con su suave movimiento, lo que los ayuda a recobrar la calma y la concentración. Lo mejor es, sin duda, que consigue despejar su mente y olvidar el motivo de su nerviosismo, restaurando la tranquilidad de forma totalmente natural.

¿Cuándo se debe utilizar?

Según el Método Montessori, lo ideal es utilizarlo para tranquilizar a los niños cada vez que muestre signos de inquietud o nerviosismo, sin necesidad de llegar a una crisis. No obstante, también es un apoyo fantástico para ayudar a niños con problemas de atención a concentrarse y para combatir el insomnio infantil.

Frasco de la calma: Paso a paso

Materiales

  • 1 frasco de vidrio con tapa
  • 1 cucharada de pegamento con purpurina
  • 3 cucharadas de lentejuelas o purpurina
  • 1 gota de colorante alimenticio
  • Agua tibia o jabón transparente

¿Qué color elegir?

Existen muchos estudios que demuestran que los colores nos inspiran sensaciones concretas, por lo que escoger un color adecuado antes de comenzar va a ser todo un acierto. El azul es uno de los más relajantes junto al verde, mientras que las tonalidades que tienden al rojizo estimulan visualmente al niño. Por ello, nuestra recomendación es que optes por un azul relajante. ¡Será muy efectivo!

Procedimiento

Llena un recipiente con agua caliente o jabón translúcido y vierte en su interior todos los materiales: el pegamento con purpurina y las lentejuelas o la purpurina suelta. Cuando lo tengas, echa una gota del colorante alimenticio escogido y remueve con mucho cuidado.
Por último, vierte todo el contenido en el frasco y ciérralo muy bien. Para asegurarte de que no se abre, te recomendamos que pegues la tapa con pegamento caliente. ¡Y listo! Ya tienes tu frasco de la calma para utilizar en cualquier situación. ¡Tu hijo te lo agradecerá!

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