¿Se pueden tomar antidepresivos en el embarazo?

Lo primero que hay que recordar es que durante los nueve meses de embarazo hay que ser especialmente cuidadosas con cualquier tipo de fármaco. Así, las futuras mamás, durante el embarazo, solo deben tomar medicamentos bajo prescripción médica, ya que pueden tener efectos contraproducentes. Una recomendación que, lógicamente, hay que hacer extensiva a los fármacos antidepresivos, los cuales serán prescritos tras analizar de manera individual cada caso y valorando los beneficios y riesgos que puede entrañar cada tratamiento.

¿Se pueden tomar antidepresivos en el embarazo? Según datos médicos, se estima que entre el 3 y el 10% de las mujeres europeas toma algún fármaco antidepresivo durante el embarazo. ¿Puede entrañar riesgos para el bebé? Si ya de por sí tenemos problemas de ansiedad o depresión, el embarazo, y los cambios hormonales que conlleva, pueden agravar la situación emocional de la futura madre.

Son numerosas las investigaciones que se han centrado en analizar los posibles riesgos y contraindicaciones de estos fármacos durante el embarazo, con el objetivo de extraer resultados concluyentes que permitan seguir mejorando los tratamientos de la depresión durante la gestación. Así, un estudio de la Escuela de Medicina de Harvard apunta a que este tipo de fármacos podrían aumentar las probabilidades de un parto prematuro. Por su parte, otra reciente investigación, publicada a finales de 2015 en la revista JAMA Pediatrics y realizada por un grupo de investigadores de la Universidad de Montreal (Canadá), relacionaba los antidepresivos, tomados durante el segundo y tercer trimestre del embarazo, con un mayor riesgo de trastorno del espectro autista del recién nacido.

Por otra parte, un estudio realizado en Finlandia señala que el uso de ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina), los antidepresivos más comunes para tratar este trastorno durante el embarazo, podrían aumentar la longitud del cordón umbilical, lo que podría afectar a la toma de oxígeno del feto. También se asociaría con un aumento de la actividad fetal.

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