Vuelta al cole y fobia escolar: Mi hijo no quiere ir al colegio

¿Por qué no quiere ir al colegio? Es normal que, con la vuelta al cole, los niños se muestren más inquietos, entusiasmados y, en otras ocasiones, incluso se muestren reacios a ir a clase, bien porque irán a un nuevo colegio o porque necesitan un periodo de adaptación más prolongado. Sin embargo, en algunos casos, la negativa del niño encierra un problema más serio. Si el niño manifiesta, y muestra síntomas físicos y emocionales, su rechazo a ir al colegio, no conviene subestimarlo sino prestarle atención ya que podríamos estar ante lo que se denomina fobia escolar.

En términos médicos, y según la Asociación Española de Pediatría (AEPED), la fobia escolar es la incapacidad total o parcial del niño de acudir al colegio como consecuencia de un miedo irracional a algún aspecto de la situación escolar. Un miedo que provoca angustia en el niño, sobre todo la noche anterior a acudir al colegio, empeorando después de los periodos vacacionales. Pueden aparecer otros síntomas como náuseas, vómitos, diarrea, dolor de cabeza, dolor abdominal, palidez, llanto, tristeza…). Síntomas que desaparecen si se les permite quedarse en casa o no ir al colegio.

En algunos casos el niño puede atribuir el motivo concreto de su ansiedad (una asignatura, participación obligatoria en algunas actividades, rechazo de los compañeros, rigidez de un profesor…), pero en otras muchas ocasiones no puede. La fobia escolar, como una respuesta de miedo, es un trastorno que requiere atención, por parte de los padres, profesores y especialistas en psicología infantil, ya que puede afectar al desarrollo del niño o adolescente que lo padece, y no solo por el mayor riesgo de absentismo escolar, sino por las implicaciones en su desarrollo emocional. Además, los niños con fobia escolar tienden a evaluar de manera negativa sus capacidades.

¿Hay que permitir que el niño no vaya al colegio?

La respuesta es que no, porque el mejor tratamiento para combatir las fobias es enfrentarse al miedo. Como padres, debemos hablar con el niño y saber exactamente qué es lo que le preocupa para saber qué podemos cambiar. Si permitimos que el niño no vaya a clase, los síntomas físicos y el deseo de quedarse en casa se volverán más frecuentes.

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