Cómo armonizar vino y comida: maridajes

Antes de plantearte armonizar un vino con un plato, piensa qué tipo de vino te gusta beber. Es importante que disfrutes bebiendo un vino para poder potenciar ese placer con la comida. No te preocupes tanto por la calidad del vino, cómo fue clasificado, qué puntuación obtuvo en las guías o lo famoso que sea, sino por que sea un vino apreciado por ti.

Regla número 1

A la hora de mezclar vinos y comida es importante pensar qué productos son los típicos de la zona de producción del vino. Piensa lo bien que armonizarían unos langostinos de Sanlúcar de Barrameda con una manzanilla o un pulpo a la gallega con un albariño bien fresco. La asociación geográfica no suele fallar a la hora de casar un vino y el producto rey de su zona.

Regla número 2

Fíjate en los colores del plato y piensa en qué alimentos se le asemejan. Los platos con tonalidades claras o blanquecinas y salsas ligeras van estupendamente con los vinos blancos. Para los productos oscuros, como las carnes rojas o estofados, ya sabes que encajan más los tintos con cierta acidez, que además ayudan a equilibrar los platos con más grasa.

Regla número 3

Valora mucho la temperatura del día y el clima o estación del año a la hora de elegir con qué vino casar un plato. Seguro que en verano el cuerpo te pide un blanco muy frío, ácido e incluso con recuerdos a mar. Mientras que en invierno es posible que te inclines de manera natural más hacia un tinto.

Regla número 4

Antes de elegir un vino has de saber qué vas a comer y cómo pueden interactuar los condimentos y sabores naturales de la comida con los aromas del vino. Piensa también en el equilibrio entre sabores opuestos, como el dulce y el picante. Una comida tailandesa picantona puede ser servida con un vino dulce que ayude a equilibrar el calor del plato.

Durante el maridaje puede suceder que la comida exagere algún rasgo del vino. Como por ejemplo lo que ocurre al combinar nueces con un vino tinto, que se potencia la sensación de sequedad en la boca. Esta es la denominada tanicidad del vino, potenciada por el fruto seco.

O bien, se puede reducir una característica del vino. Como sucede al mezclar una comida suave como un lenguado con un vino tinto potente o, en el caso contrario, un postre muy dulce con un vino blanco muy ácido.

Considera que hay vinos y comidas que no pueden ir juntos porque su combinación añade un nuevo sabor que podría ser desagradable. Siempre es recomendable probar, probar y probar, para quedarse con lo que a una más le guste de todos esos maridajes posibles.

Si no lo has leido ya, no te pierdas este artículo sobre las mejores fiestas del vino en España, este otro sobre los beneficios de incluir el vino en tu dieta y este otro sobre los beneficios del vino sin alcohol.

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