El oso más triste del mundo vive en un centro comercial de China [VÍDEO]

La asociación en defensa de los animales PETA ha denunciado que el peor zoo-acuario del mundo está en la ciudad de Guangzhou, China. ¿Por qué? Pues porque está instalado en el interior de un centro comercial, por lo que no hay en ningún momento luz natural. Dentro de este lúgubre sitio hay 5000 animales, entre ellos el oso más triste del mundo. Las imágenes de Pizza, muy duras, han dado la vuelta al mundo porque el pobre nos está pidiendo ayuda.

El zoo-acuario de Guangzhou, en China, es sin duda uno de los peores del mundo. Sin luz natural, con espacios muy reducidos y demasiado expuestos a los visitantes, y allí están más de 5.0000 animales, entre ellos lobos y zorros árticos, belugas y morsas que muestran signos claros de estrés. Por encima de todos, el oso polar Pizza, al cual se le conoce ya como al oso más triste del mundo y que se ha convertido en el símbolo internacional de la lucha contra los zoológicos que no respetan ciertas condiciones mínimas en la calidad de la vida de los animales.

Y es que en un vídeo publicado por Humane Society International (HSI), y que se ha hecho viral, se puede ver a Pizza dando vueltas por el minúsculo espacio en el que se le mantiene, balanceando continuamente la cabeza o pegado a unos pequeños barrotes -su único contacto con el exterior-, mientras los niños golpean la cristalera para que el plantígrado les preste atención y los adultos toman fotografías de la escena. Todo muy lamentable porque en las fotos y los vídeos que se difundieron se podía ver al animal mostrando claros síntomas de depresión y estereotipias por su inadecuado encierro. Un caso que nos recuerda a los pobres perros de José Luis Moreno que estaban en un estado lamentable.
Firmas y quejas
Muchas de las quejas sobre el estado de los animales partieron de los visitantes. Se han presentado un millón de firmas de ciudadanos de todo el mundo que apoyan su causa. Está claro que un centro comercial no es lugar para mantener a un animal salvaje.

Pizza ya no podrá volver a su hábitat natural, pero los gestores de los almacenes al menos deberían dejar que viviera el resto de sus días en un espacio donde pueda respirar aire puro y ver la luz del día. ¿No crees? La verdad es que estas historias, como por ejemplo la del lince Kiana, nos llega al corazón.

Impostazioni privacy