Asertividad: Cómo decir lo que siento

¿Te cuesta decir lo que piensas e, incluso, decir que no cuando alguien vulnera tus sentimientos o derechos? Nos cuesta expresar lo que sentimos, ser asertivos. ¿Por qué? Quizá porque desconocemos su alcance, pudiendo estar en muchos casos detrás de la falta de autoestima y autoconfianza. La asertividad es una habilidad que, como la paciencia, la serenidad o la perseverancia, hay que cultivar, y que nos permite comunicar nuestros sentimientos, emociones y opiniones y defender nuestros derechos. Expresar lo que sientes es una muestra de sinceridad y de confianza hacia los demás, pero también hay que prestar atención al momento elegido y a las palabras utilizadas, porque podemos transmitir un mensaje erróneo o dar una impresión equivocada.

La asertividad, tal y como subrayan los expertos en psicología, no debe ser considerada una característica de la persona, sino de su comportamiento, pudiendo definirse como la autoafirmación y defensa de los derechos personales, incluyendo la expresión de los propios sentimientos, opiniones, preferencias y necesidades, de manera adecuada, respetando al mismo tiempo los derechos de los demás.

Ser asertivo ¿qué significa?

Ser asertivo o expresar lo que sientes es una habilidad social y comunicativa, la capacidad de hacerlo sin mostrar, tanto por las palabras como por el lenguaje corporal, agresividad o pasividad. La asertividad, de hecho, se considera una actitud que denota madurez, empatía, capacidad de comunicar y de escuchar a los demás. Nos ayuda a ser nosotros mismos y a mejorar nuestra relación con los demás. Las habilidades sociales, como la asertividad, aumentan nuestras posibilidades de sentirnos mejor con nosotros mismos, entablar relaciones satisfactorias y conseguir que los demás no nos impidan lograr nuestros objetivos.

La asertividad implica expresar los sentimientos y opiniones con convicción y sin herir emocionalmente a los demás. Expresar lo que queremos o deseamos de manera honesta, directa y adecuada, mostrando respeto y cuidando la relación con los demás. Hemos mencionado el lenguaje corporal, un aspecto fundamental porque de nada servirá decir las palabras adecuadas si luego transmitimos un mensaje contradictorio a través de nuestros gestos o posturas. Además de decir lo que pensamos de modo tranquilo y con voz moderada (evitar siempre el tono de lamentación y de exigencia), hay que mantener una postura corporal relajada y mirar el interlocutor.

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