Ducharse con agua caliente: Riesgos y temperatura ideal

Por muy tentador que resulte darse una ducha de agua caliente en determinados momentos, cuidado con la temperatura, porque el exceso puede tener sus riesgos, sobre todo para la piel y el cabello. ¿Cuál es la temperatura ideal a la que tomar una ducha con agua caliente?, ¿por qué elevar demasiado la temperatura puede resultar perjudicial?

Ducharse con agua caliente es cierto que tiene sus beneficios, como favorecer la relajación, eliminar las toxinas de la piel o aliviar los dolores musculares, pero también puede tener sus riesgos, sobre todo si no controlamos la temperatura del agua. Generalmente nos dejamos llevar por la temperatura que hay en el exterior, lo que nos lleva a subir algunos grados la del agua de la ducha.

Riesgos para la piel y el cabello

El agua demasiado caliente, entre otros riesgos, puede favorecer la pérdida de cabello, al tiempo que puede provocar el aumento de sebo que liberan las glándulas sebáceas del cuero cabelludo. Otro de los riesgos, quizá menos conocidos, es que el agua demasiado caliente puede estar detrás de la aparición de caspa, una molestia bastante antiéstica. Las altas temperaturas también pueden favorecer la pérdida de brillo del cabello, e incluso resecarlo. En el caso de llevar el cabello teñido, el agua demasiado caliente puede alterar el color en los lavados.

La piel también puede sufrir algunas molestias como resultado de una ducha demasiado caliente, de hecho conviene evitarlas en caso de padecer urticaria. El agua caliente puede provocar picazón en la piel y reseca la dermis.

Y otro de los riesgos de abusar de la ducha caliente, sobre todo si la tomamos después de comer o cenar, es que puede ralentizar la digestión, así que conviene regular bien el grifo.

A qué temperatura ducharse

La temperatura del agua (ya sea fría, templada o caliente) ejerce un efecto diferente sobre el cuerpo a la hora de darnos una ducha.

Agua fresca, 24 ºC

Para despertarse, nada como ponerse bajo la ducha a esta temperatura. Apenas un minuto será suficiente para sentir el efecto tonificante del agua fresca, a la que se le atribuye un efecto vasoconstrictor.

Agua templada, 30 ºC

Para conseguir un efecto relajante, y en especial si notamos cierta fatiga al final del día, nada como darse una ducha de agua templada para relajar los músculos y liberar tensiones.

Agua caliente, 40 ºC

No es la opción más recomendable por todos los motivos que hemos reseñado anteriormente, y porque además, si padecemos algún tipo de problema circulatorio, puede influir sobre el retorno venoso. Lo que sí es cierto es que al salir de la ducha el efecto será refrescante, porque el agua caliente favorece que el cuerpo libere calor.

Temperatura ideal

Lo más recomendable, según los expertos en dermatología, es optar por una ducha de agua templada, en torno a una temperatura de 30 ºC. Por debajo de los 25 grados se consideraría una ducha fresca, y por encima de los 38 grados caliente.

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