Primeros auxilios psicológicos: Qué hacer en casos de emergencia

Los primeros auxilios psicológicos (PAP) son la ayuda psicológica inmediata que se presta a una persona en situación de crisis o emergencia, una primera ayuda para aliviar las tensiones causadas por un acontecimiento que amenaza su seguridad o la de su entorno. Aunque se trata de una técnica psicológica sencilla, requiere un conocimiento previo para su aplicación.

Algunas personas son capaces de mantener la calma incluso en las circunstancias más extremas; sin embargo, para otras puede suponer un sufrimiento emocional que bloquea la capacidad de tomar decisiones. De hecho, la principal dificultad para dar primeros auxilios psicológicos reside en las diversas reacciones emocionales posibles. En las situaciones más graves de emergencia los afectados pueden estar en estado de shock.

Primeros auxilios psicológicos en situaciones de emergencia

La emergencia es aquella situación catastrófica o desastre en la que una persona vea amenazada su integridad física o la de su entorno, producido por un evento natural (terremotos, huracanes, sequías prolongadas…), por un accidente tecnológico (explosión en una industria, por ejemplo) o provocado por el hombre (ataque terrorista, conflicto bélico, accidente por un error humano…). Situaciones que generan un elevado nivel de estrés y pueden causar confusión emocional.

Los primeros auxilios psicológicos son la técnica que se aplica en un primer momento para reducir el sufrimiento emocional, en concreto, entre la fase de shock y las 72 horas siguientes al suceso o situación de emergencia. A partir de ese momento, y en función de la respuesta al proceso de adaptación, se valorará el tipo de terapia psicológica que requiere cada persona a medio y largo plazo para evitar secuelas emocionales, como superar el miedo a ataques terroristas o a cualquier otro peligro natural o causado por el hombre.

Fases primeros auxilios psicológicos

  • Acercarse a la persona, establecer contacto, y siempre que sea posible buscar un lugar alejado de la situación que genera el estrés.
  • Hablar de manera pausada en caso de shock o desorientación.
  • Mantener la calma y ser comprensivos si reaccionan con enfado o irritación.
  • Atender sus necesidades básicas de bebida, comida o ayuda médica.
  • Invitar a la persona a conversar y a expresar sus sentimientos, sin forzarla a hablar.
  • Normalizar las emociones, sensaciones y pensamientos que está sintiendo en ese momento.
  • Tranquilizar de forma realista (entiendo cómo te sientes), evitando frases como todo va a salir bien.
  • Ofrecer siempre información veraz sobre la situación, sin dramatizar.
  • No restar importancia a lo sucedido ni utilizar la ironía.
  • Analizar los detalles de la situación (antes, durante y después).
  • Valorar de manera realista qué puede hacer la persona y cómo llevarlo a cabo.
  • Acompañar a la persona durante el proceso.
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