Madre, trabajadora… y mujer. ¿Y a ser posible perfecta? La perfección, de entrada, es algo subjetivo, algo que cada uno percibe de una determinada manera, y que en definitiva es más ilusión que realidad. De igual manera que es imposible agradar o caer bien a todo el mundo, lo es tratar de ser perfecta en cada una de las facetas de la vida. Y lo es porque cada uno de nosotros, lo que forja nuestra personalidad, es la suma de las debilidades y las fortalezas, así que tratar de ser siempre perfecta puede conducir a una vorágine de insatisfacciones y frustraciones que, además, no te dejará disfrutar de la vida. Lo más importante es no olvidar que los que te quieren de verdad te considerarán precisamente la madre, esposa, amiga, hermana o compañera de trabajo perfecta por saber asumir tus aciertos y tus errores. Vamos a descubrir cuáles son los signos del que podemos denominar el síndrome de la mujer perfecta.
1. Excesivo control
Nunca es suficiente, porque siempre habrá un nivel superior de perfección. Querer alcanzar la perfección en cada situación o ámbito de la vida puede llevarnos a forjar una imagen irreal e, incluso, a ejercer un excesivo control, por ejemplo, sobre los hijos, marido o novio si toma decisiones que no consideramos que estén a la altura de lo que esperamos. Por ejemplo, algo tan sencillo como elegir sus actividades extraescolares, sus estudios o los amigos con los que sale.
2. Compararse en exceso con los demás
Lógicamente, al tratar de ser la mujer perfecta es inevitable no caer en las comparaciones, las cuales pueden ser odiosas porque uno deja de ser uno mismo o de actuar de acuerdo con sus principios. Elige tu vida, no trates de vivir la de los demás.
3. Idealizar las relaciones
La mujer perfecta tiende especialmente a idealizar las relaciones de pareja o las relaciones con sus hijos. De hecho, aparentar ser una pareja perfecta se puede convertir en un objetivo más importante incluso que vivir la propia relación. Ello implica, por ejemplo, eludir los problemas o evitar las discusiones, algo que no siempre debe ser interpretado como negativo porque hay momentos en los que toda pareja necesita decirse las cosas de una manera clara y directa.
4. No saber poner límites
Cuidado porque no saber decir no puede conducirse a una espiral de estrés. Y es que llegar a todo y cumplir más allá de tus posibilidades es un error, porque al final lo asumirás como obligación. Contar la ayuda de los demás es importante.
5. Necesidad de reconocimiento
Buena madre, buena esposa, buena hija, buena trabajadora… el buscar la perfección implica una necesidad constante de ser reconocido por lo que haces, cuando el reconocimiento realmente valioso es la satisfacción personal de haber hecho algo o de haber conseguido un reto. La constante necesidad de aprobación te llevara a no guiarte por tus principios o necesidades.
6. Vivir la vida como una carrera continua
El querer ser la mujer perfecta puede pasar factura, haciéndonos olvidar quiénes somos y qué queremos. Ser perfecta se convierte en un objetivo prioritario, en una carrera continua por lograrlo y en detectar lo que esperan los demás de nosotras.
7. Autoexigencia
Querer tenerlo todo bajo control implica disciplina y orden, lo que deja poco lugar a la improvisación y a las emociones y experiencias inesperadas. La autoexigencia no te dejará horas en el día para cuidar de ti misma.
8. Sentimiento de culpa
Está bien reflexionar sobre lo que no ha salido como esperábamos, pero nada de aferrarse a la culpa porque nos impedirá avanzar.
9. Cambios de humor
Buscar la perfección puede pasar factura, tanto a nivel físico como emocional, lo que puede llevarnos a ser más vulnerables a padecer trastornos del estado de ánimo o cambios de humor por frustración al no conseguir lo esperado.
10. Más críticos
El ansia de perfección también nos lleva a juzgar de manera precipitada a los demás, tratando de rechazar lo que en realidad no aceptamos de nosotros mismos. Tratar de ser perfecta te llevará a ser demasiado exigente contigo mismo y con los demás.
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