Durante muchos años se ha afirmado de forma popular que las mujeres son más habladoras que los hombres, pero la realidad es que esta afirmación es únicamente un cliché de género asociado a la figura clásica de la mujer. Existen infinidad de explicaciones demostradas que corroboran el hecho de que no existe ninguna diferencia entre la predisposición femenina y masculina relativa al habla.
Factores genéticos
Muchos de los tópicos relacionados con el tema se fundamentan en diferencias hormonales o incluso genético-neuronales asociadas a la condición de género. Pero la realidad es que no existe ningún factor hormonal o de género que pueda influir en la predisposición de un individuo al habla, de hecho esta habilidad reside en una zona del cerebro asociada a la madurez. Esta zona afincada en el hemisferio derecho, es la culpable de factores sociales relacionados con el habla tales como la periodicidad en el aprendizaje de la misma.
Se ha demostrado cientificamente a través de casos de niñas y niños aislados socialmente (como el caso de Genie en Estados Unidos) que existe un periodo de tiempo determinado para la posibilidad del aprendizaje del habla que se extiende desde el nacimiento hasta los 13 años aproximadamente. Es por este mismo factor que sí se pueden experimentar cambios en la intensidad temporal del habla relacionados con la edad, pero siempre sin importar el género.
Discriminación negativa
El motivo por el cual se arraigó la creencia de que la mujer hablaba más que el hombre, radica en la mayor capacidad de esta para la adaptación al medio. Esta demostrado, que en líneas generales de forma estadística la mujer suele tener un instinto de supervivencia un poco más desarrollado que el hombre. Y es por esto mismo, que se asoció la idea de la mujer parlanchina, ya que la función del habla nace de la necesidad de supervivencia y adaptación del ser humano. Pero no se puede generalizar en ningún caso ni que por antonomasia la mujer tenga las habilidades sociales más desarrolladas ni que el hombre sea más introspectivo.
Iguales pero diferentes
Independientemente de estos dos factores y de las pruebas realizadas que han demostrado que no pueden atribuirse cuestiones de género a la capacidad del habla, es bastante evidente que existen otras muchas características que nos hacen diferentes, y por tanto atractivos el uno para el otro, tales como los gustos generalizados, la predisposición a determinadas actividades, la empatía o distintos grados de inteligencia emocional. Lo más inteligente es saber apreciar estas diferencias como algo necesario y hermoso, para al mismo tiempo unirnos a mujeres y hombres en sociedad, en familia o en pareja.