Porno ¿Sí o no? Una pregunta polémica que probablemente generará un buen debate en una reunión con amigos, porque probablemente nadie aún se ha puesto de acuerdo sobre si el porno puede tiene ventajas o desventajas en la salud sexual. Hoy hablamos de ello. ¡Atenta!
Las ventajas del porno
Pues sí, aunque los detractores de la pornografía probablemente no vean ninguna ventaja, para muchas personas sí las tienen.
En primer lugar la pornografía ayuda a despertar la imaginación, sobre todo de aquellas personas que no han podido despertar su madurez sexual (que no tiene tanto que ver con la edad, hasta cierto límite). A algunas personas les cuesta despertar sus propias fantasías en su mente, por lo que la pornografía es una gran aliada para soltarse y dar rienda suelta a su propio erotismo. Y, que quede claro, tener fantasías sexuales es sinónimo de buena salud sexual.
En segundo lugar, uno de los aspectos más importantes de la pornografía es que permite la liberación de libido, es decir, ayuda a muchas personas a excitarse y encontrarse con ellas mismas mediante la masturbación. Masturbarse también es una de las mejores prácticas de salud sexual, ya que fomenta la autoconfianza y el autoconocimiento para que cada persona pueda decidir libremente qué le gusta y qué no.
Además, la pornografía puede usarse de muchas maneras, no solo en solitario. De hecho, muchas parejas juegan y se divierten a nivel íntimo mientras ven pornografía juntos.
Por último, una buena pornografía puede fomentar la cultura sexual, abrir la mente y tener un mayor conocimiento sobre lo que el sexo significa.
Desventajas de la pornografía
Pero… Sí, seguro que ya estás pensando en los peros, ¿verdad?. Y es que esta última frase puede llevar a una discusión sin fin, porque precisamente uno de los mayores problemas del porno tradicional es la objetualización de las mujeres, el sexismo que muchas veces presenta y el hecho de que no muestra la realidad sexual en una pareja. De hecho, los detractores de la pornografía suelen señalar que el sexo que refleja el porno tradicional es demasiado mecánico y falso.
Y en cierto modo no les falta razón. Un ejemplo de ello es la brecha del orgasmo entre hombres y mujeres que actualmente se está visibilizando, que demuestra que las relaciones sexuales heterosexuales actuales no están funcionando igual de bien para hombres que para mujeres.
Las mujeres tienen menos orgasmos que los hombres, y muchos profesionales e investigadores de la salud sexual apuntan a que la cultura del porno tradicional en el que se cosifica a las mujeres tienen mucho que ver. Muchos hombres creen que las mujeres disfrutan únicamente o directamente con la penetración, debido a que la mayoría de la pornografía tradicional obvia por completo los juegos preliminares, el cortejo o la sensualidad. Por otro lado, muchas mujeres que han consumido porno tradicional, piensan que el sexo es un juego de sumisión ante los deseos de los hombres, sin tener en cuenta sus propios deseos.
Incluso, la llamada “cultura del porno” ha llegado a tal punto que muchas personas son incapaces de excitarse si no tienen un vídeo pornográfico delante, lo que a la larga puede desembocar en problemas de salud sexual personales y de pareja.
Y entonces, ¿sí o no?
Está claro que el erotismo es parte del ser humano. En todas las culturas, el sexo y el erotismo ha sido objeto de curiosidad y culto, aunque en muchas veces se le ha dado ese aire místico a través del tabú. Probablemente, no podríamos vivir sin fantasías sexuales, sin pequeños regalos de erotismo fuera de nuestra rutina y sin deseo sexual.
La decisión sobre si consumir o no pornografía, sobre si estar de acuerdo o no es totalmente personal y respetable. Aunque quizás la clave esté más en qué tipo de pornografía consumimos, porque hoy no todo el porno es igual. Mientras que el porno tradicional sí suele ubicar a las mujeres en un plano de total sumisión ante los deseos de los hombres, cada vez más encontramos pornografía que rompe con las dimensiones de género establecidas y ofrece un sexo más equilibrado entre los roles.
Entender que la pornografía no solo es un vídeo donde un hombre penetra a la mujer, sino que puede ser algo más es la clave para comenzar a consumir un “buen” porno que no cosifique nuestras mentes. ¿Ejemplos? Películas independientes que muestran el proceso de erotización de un encuentro sexual, fotos artísticas sexuales, libros eróticos, poemas sobre sexo, realidad virtual pornográfica, audiolibros pornos… En fin, cuando el erotismo se cuela en la pornografía, esta se abre a un sinfín de posibilidades que puede generar otra cultura sexual mucho más sensibilizada con el significado profundo del sexo y con valores como la equidad, el respeto y la libertad sexual.
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