La tos en los bebés es una molestia más frecuente de lo que pensamos. De hecho, la tos, tan incómoda para los adultos, también puede serlo para los bebés desde sus primeras semanas de vida. En realidad, la tos, más que un trastorno en sí, es una especie de mecanismo de defensa del organismo. Vamos a ver, más detenidamente, cuándo aparece, cuáles son sus síntomas, las causas y qué debemos hacer.
Los síntomas Tal y como hemos señalado la tos no es una enfermedad, sino más bien un mecanismo de defensa automática y fisiológica de nuestro cuerpo para desbloquear las vías respiratorias, para liberarlas de cualquier agente extraño que obstaculice la respiración, así como para eliminar el exceso de secreciones. Es decir, la flema que se acumula en las membranas mucosas de la garganta y los bronquios. Basta decir que la mucosa de las vías respiratorias está constantemente bajo riesgo de ataque de microorganismos, toxinas, polvo y otras sustancias extrañas penetran a más o menos de profundidad con el aire inspirado.
Las causas y tratamientos El desencadenante de la tos, en el recién nacido, y también en los adultos, puede deberse a varias causas. Por la presencia de un obstáculo, lo que impide la respiración normal, tal como moco que se forma dentro de las vías respiratorias haciendo más difícil para el paso del aire, u otro cuerpo extraño, introducido a través del aire inspirado.
Cuando la tos se vuelve demasiada frecuente y repetida, pudiendo influir de manera negativa en el sueño, en las comidas y el bienestar del niño, conviene consultar a su pediatra para investigar las causas y encontrar la mejor solución.
También conviene consultar al especialista en el caso de que la tos en el bebé se vuelva persistente (cuando dura más de dos semanas). En estos casos, la respiración se vuelve difícil y se asocia con sibilancias anormales, esputo con pequeños rastros de sangre, pudiendo aparecer también otros síntomas, como fiebre y vómitos.
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