Caminar hacia el altar: Pensamientos comunes de la novia

Si te vas a casar dentro de poco y tienes miedo de que el día que llegues a caminar hacia el altar tendrás pensamientos de huida, tranquila, porque no tendrás ese tipo de pensamientos cuando cruces el pasillo hacia el gran momento de vuestras vidas juntos. En realidad, si decides huir, es difícil que lo hagas en ese paseo donde todos te miran, porque créenos, será uno de los momentos de más presión de tu vida. Si todo va bien y estás convencida de tu matrimonio con tu pareja especial, no tienes por qué tener ese tipo de pensamientos cuando camines hacia el altar y posiblemente tus pensamientos sean más diferentes de lo que esperas. Estos son los pensamientos comunes de la novia al caminar hacia el altar.

1. «¡Qué guapo está!»

Seguramente, una vez que se abran las puertas y des el primer paso, al primero que mirarás será a tu novio al fondo y tu primer pensamiento estará dirigido a él, cómo está vestido, cómo se ha peinado, ver si tiene buen rostro, si se le ve sereno o tranquilo…. Se te cruzarán miles de pensamientos antes de ese momento de abrir las puertas pero en el momento en que empieces el paseo hacia el altar, intenta enfocarte en que la primera visión que tengas sea tu pareja para que no entres en pánico escénico.

2. «¿El velo está colocado?»

¿Tiene arrugas el vestido?, ¿tengo bien el peinado y maquillaje? No has dedicado tanto tiempo y dinero a tener un look de novia soñado como para que en el gran momento en que eres la protagonista, no te sientas cómoda y segura. La figura de la dama de honor es importantísima en este momento, porque además de calmar a la novia, tiene que ayudarte a sentir que estás como quieres estar. Si durante el proceso de la organización de la boda has tenido una dama de honor exigente, un poco quejica y con afán de protagonismo, es el momento de decírselo y pedirle que se comporte y te ayude, porque es tu momento. Y si no hay manera de que cambie, elige otra dama para apoyarte antes de comenzar el camino al altar.

3. «Espero que el anillo me quede bien»

Este tipo de pensamientos son naturales y perfectamente normales: espero no caerme, que no ocurra ningún percance, que los anillos nos queden bien, que no suene ningún móvil… En fin, son pensamientos propios de todo el estrés que ha acarreado la organización de la boda, pero es importante que una vez que aparezcan los destierres de tu mente, algo así como si estuvieras en un proceso de meditación, para que los miedos no te afecten y no dominen la situación. Recuerda que tienes que caminar hacia un altar, no cruzar el Everest. Respira hondo y trata de tranquilizarte, porque todo saldrá bien.

5. «Qué clase de vestido es ese»

Es posible que mientras cruzas el pasillo al altar y todos hacen fotos y sonríen, te encuentres con un vestido que te llame la atención porque no cumple en absoluto la etiqueta de boda. Bueno, piensa que tú lo intentaste mandando las invitacions adecuadas, pero si ese primo playero que no puede vivir sin sus pantalones cortos aparece con camisa y shorts, en realidad no puedes hacer nada más que aceptarlo y seguir disfrutando tu gran día.

6. «¿Voy a llorar?»

Las bodas son momentos muy emotivos, sobre todo para los novios y una lagrimita aquí y allá es algo muy habitual. Si además eres una persona con tendencia a ser emotiva, probablemente te preocupe qué harás si las lágrimas empiezan a brotar de tus ojos. En realidad, si lloras, no pasa nada, incluso a los invitados les encantará y probablemente más de uno te acompañe al sentirse conmovido por la emotividad del matrimonio. El problema es el maquillaje. Por ello, asegúrate de que cuando maquillen utilicen buenos productos y sobretodo rímel y lápiz de ojos waterproof. Además, es indispensable que la madrina o alguna de tus damas de honor lleve un pañuelo para secar esas lagrimitas antes de que provoquen un estropicio en tu maquillaje.

3. «Me invade la felicidad»

El momento que tanto has esperado ha llegado y saber que te casas con tu persona maravillosa te invadirá de una felicidad difícil de describir. Es una especie de cosquilleo en el estómago y sensación de nublamiento mental, como cuando os conocísteis la primera vez. Todas tus dudas anteriores, los problemas de la organización de la boda y discusiones preboda quedarán a un lado y sabrás que la persona que está esperándote al otro lado es perfecta, al menos para ti.

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