Anorexia y bulimia: El estrés multiplica los riesgos en los jóvenes

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Anorexia y bulimia: El estrés multiplica los riesgos en los jóvenes de sufrir un trastorno de la alimentación, especialmente en épocas del año como los exámenes finales de curso, la temida selectividad o la llegada del verano. El estrés, la ansiedad y la propia exigencia personal pueden tener efectos contraproducentes sobre las pautas de la alimentación y que, si no se vigilan y previenen pueden afectar negativamente a la salud. Según datos médicos, se estima que en torno al 4% de las mujeres padece algún tipo de trastorno de alimentación.
 
Mantener unos hábitos de alimentación saludables durante las épocas en los que se nos exige un mayor rendimiento personal es muy importante. Pero una mayor exigencia, una situación de ansiedad o de estrés puede provocar alteraciones en nuestras pautas de alimentación y desencadenar en un trastorno. Entre los más frecuentes, la anorexia nerviosa y la bulimia, dos de los trastornos de alimentación. En el caso de los más jóvenes y como recuerdan desde el Instituto de Trastornos Alimentarios, el estrés y la ansiedad que, por ejemplo en esta época del año, provocan los exámenes finales de curso, pueden multiplicar los riesgos, especialmente en personas con antecedentes de trastornos similares. El estrés y la ansiedad son una reacción normal frente a ciertas situaciones. Sin embargo, en ocasiones pueden representar un obstáculo. En estos casos, médicos y especialistas aconsejan evitar su tendencia a aislarse y a que centren toda su atención a una actividad concreta, en este caso el estudio, olvidando incluso dedicarle tiempo a comer.
 
La ansiedad y el estrés pueden derivar en frustración al no conseguir los resultados esperados, lo que en algunos casos, erróneamente, se trata de compensar perdiendo peso. En otros, por su parte, se tiende a consumir más alimentos de alto contenido en carbohidratos, con tendencia a darse atracones. Pero, ¿quiénes son más vulnerables a padecer un trastorno de alimentación? Según los especialistas del Instituto de Trastornos Alimentarios los más vulnerables son los jóvenes, de edades entre los 14 y los 20, perfeccionista, de personalidad obsesiva, pesimista y con tendencia a aislarse de los demás. Suelen ser además personas especialmente preocupadas por su aspecto físico y por la imagen que proyectan.
 
Algunos cambios como la pérdida de peso, ansiedad, irritabilidad, preocupación excesiva por la comida (tanto por lo que se come como por la cantidad a ingerir) o las continuas visitas al lavabo pueden alertar sobre la presencia de riesgos de estar padeciendo un trastorno alimentario. En los casos de posibles síntomas o sospechas, lo más aconsejable es consultar al médico o especialista para saber cómo actuar y qué tratamiento es el más recomendable en el caso de que, efectivamente, se confirme el diagnóstico de anorexia o bulimia, entre otros.
 
La prevención de los trastornos de la alimentación empieza desde la infancia, tanto enseñando a los más pequeños a comer de manera saludable, como evitando el perfeccionismo. Todo el mundo comete errores y de ellos, lejos de considerarlos una frustración, se debe aprender. También es importante que aprendan que la apariencia física no es lo más importante para conseguir objetivos a lo largo de la vida.
 
La anorexia, tal y como la define el Instituto de Trastornos Alimentarios, se caracteriza fundamentalmente por una constante obsesión por lo que se come y un temor a ganar peso. En el caso de las mujeres puede provocar la pérdida de la menstruación. Por su parte, la bulimia es un trastorno que cursa con pérdida de peso pero más relacionado con problemas de tipo emocional.

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