El colecho, aunque es cierto que es una práctica que no cuenta con una opinión unánime a favor, es cada vez más defendida como beneficiosa para favorecer la lactancia materna y reforzar los lazos emocionales con el bebé. El colecho se puede definir como el compartir los padres y el bebé la misma cama.
El libro titulado ‘The Familia Bed’, publicado en el año 1978 y escrito por Tine Thevenin, ya defendía el colecho, una palabra relativamente nueva y que deriva del término inglés cosleeping. Cabe señalar que lo hoy conocemos como colecho es una costumbre habitual en muchas culturas y que, en siglos pasados, venía determinada por la falta de espacio para que el bebé tuviera su propia habitación. Hoy en día, sin embargo, lo que se defiende son los beneficios que puede reportar en los primeros meses de vida del bebé, como el que duerma más y más tranquilo y, sobre todo, que favorezca la lactancia.
Hasta qué edad mantener el colecho
El colecho debe ser una decisión adoptada por ambos progenitores. La pregunta es: ¿hasta qué edad es aconsejable el colecho?, ¿en qué momento el niño debe aprender a dormir solo y a no compartir la cama con sus padres? Algunos expertos apuntan hasta los seis meses, coincidiendo con el periodo en el que la lactancia materna se considera fundamental para el desarrollo del bebé. Otros subrayan que se puede prolongar incluso hasta los tres años, tratando de respetar al máximo los ritmos y necesidades de cada niño, o dicho de otra manera, hasta que el niño esté más preparado para reclamar su propio espacio. Se trata, no obstante, de edades orientativas, porque lógicamente cada niño tiene su propios ritmos de desarrollo.
No obstante, a partir de los 3 años es aconsejable ir motivando a los niños a dormir en su propia cama. Conviene, como padres, ayudar a los niños en esta transición, decorando la habitación para que sientan cómodos y acompañándolos hasta que se duermen. Para favorecer el sueño, nada contarles un cuento o cantarles una nana.
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