Miedo a ir al colegio: ¿Qué hacer?

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Llanto, ansiedad, temblores e, incluso, dolor de cabeza, dolor de estómago y unas décimas de fiebre son algunos de los síntomas físicos que nos pueden alertar de que el más pequeño tiene miedo o temor a la escuela. Un trastorno que afecta sobre todo a los niños que acuden por primera vez al colegio, aunque también puede suceder en el cambio de ciclo educativo (al pasar de infantil a primaria o a secundaria).

En el caso de los más pequeños, la separación de su madre o de su casa (espacio en el que han pasado casi todo su tiempo) puede generar ansiedad, lo que dificultará su integración con el resto de compañeros. Si los profesores son demasiado estrictos o los compañeros poco comprensivos, el problema puede ir a mayores si no se ataja. Pero, ¿qué hacer?

Fobia a la escuela
La fobia a la escuela, también denominada didascaleinofobia, se define como el miedo injustificado, anormal y persistente al colegio. Afecta a niños de todas las edades y es más común en los primeros días, pero en algunos casos también puede aparecer después de un período inicial de aceptación. Es un trastorno infantil en su mayoría psicosomático, ya que desaparece milagrosamente durante los fines de semana o en vacaciones.

En el caso de los más pequeños, la ansiedad por sentirse desprotegido o en un entorno poco conocido puede hacer que desarrollen cierto temor a la escuela. Al no sentirse protegidos, es más difícil que se integren e interactúen con sus compañeros. El entorno es fundamental, ya que hay que tener también en cuenta otros factores a la hora de determinar la causa del miedo a la escuela. Así, no hay que pasar por alto que este trastorno puede ser consecuencia de un trato demasiado frío o exigente por parte de los profesores e, incluso, de una situación de acoso escolar.

El primer consejo para lidiar con el miedo es enfrentarse a él, así que lo mejor a enviarlos a la escuela regularmente. Lógicamente, hay que tener paciencia, asegurar al niño que todo irá bien y que, en caso de necesitar ayuda, solo tiene que pedirla.

No ceder a los caprichos
Ceder a la petición de no ir al colegio es en la mayoría de los casos contraproducente, ya que como padres corremos el riesgo de que el niño recurra a esta estrategia cada vez con más frecuencia. No todos los niños son iguales y, lógicamente, hay que tener en cuenta que cada uno necesita un tiempo de adaptación. No obstante, si el problema persiste, es aconsejable consultar con un especialista, al tiempo que conviene hablar con sus profesores.

Tranquilizar al niño
Si el niño manifiesta ansiedad ante la perspectiva de acudir al colegio, hay que abordar el problema cara a cara y preguntarle qué le asusta. Hay que tranquilizarle y convencerle de que la escuela forma parte de las responsabilidades del día a día. Cada miembro de la familia asume sus ocupaciones, hay quienes trabajan, quienes cuidan de la escuela y quienes deben ir a la escuela.

Hablar con los profesores
Es importante comunicar a los profesores la situación del niño, especialmente si el problema persiste. De esta manera, se logrará que el profesor preste más atención al pequeño y esté atento a la posible aparición de cualquier situación de ansiedad, interviniendo en caso necesario y contacto con los padres.

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