Celiaquía: Prevenir con la lactancia materna

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Celiaquía: Prevenir con la lactancia materna, la cual si se prolonga más allá de los cuatro meses puede reducir notablemente el riesgo de ser celíaco, una intolerancia al gluten permanente que se estima que en nuestro país padece uno de cada 80 niños. Un argumento médico más que avala los beneficios y los efectos protectores de la lactancia materna, reforzando las defensas y la protección inmunitaria del bebé. Lo más aconsejable es combinar las tomas de leche materna con la introducción de pequeños alimentos en la dieta a partir de los 4 meses.
 
La celiaquía es un intolerancia alimentaria, en concreto al gluten, que obliga a vigilar la dieta sustituyendo los alimentos o productos que contienen esta proteína presente en el trigo, cebada, avena o centeno, pero que podría haber encontrado un firme aliado en su prevención. Se trata de la leche materna que el recién nacido toma durante la lactancia materna, un periodo que la Sociedad Española de Gastroentrerología, Hepatología y Nutrición Pedriátrica, recomienda prolongar más allá de los cuatro meses como prevención de la intolerancia al gluten desde los primeros meses de vida. La leche materna no solo refuerza las defensas de los bebés, protegiéndolo de infecciones, sino que ayuda al desarrollo de la tolerancia frente a determinados antígenos alimentarios. La leche materna, y su eficacia protectora, podrían ayudar a reducir hasta en un 60% las posibilidades de ser celíaco, siempre que se inicie una dieta con gluten a partir de esa misma edad, los 4 meses. Se trata de alternar las tomas con la introducción de alimentos en pequeñas cantidades como papillas de cereales o purés de frutas.
 
Una recomendación que, por cierto, ya han venido avalando desde las asociaciones de celiacos, al considerar que dejar de dar el pecho antes de los seis meses puede hacer al niño más vulnerable a ser celíaco. La enfermedad celíaca se caracteriza por una reacción inflamatoria de la mucosa del intestino que inhibe la absorción de nutrientes.
 
La celiaquía o intolerancia al gluten se suele diagnosticar, de media, a partir de los 3-4 años. De hecho, según datos médicos, más del 40% de las intolerancias al gluten se detectan entre niños de 2 y 6 años, siendo el síntoma más común la distensión abdominal, acompañada de diarreas, retraso de crecimiento, irritabilidad o barriga hinchada. No obstante, la celiaquía se puede manifestar en cualquier momento de la vida. En el caso de los adultos (con una prevalencia mayor entre las mujeres con una proporción de 2 a 1) los síntomas más comunes son las pérdida de apetito, la carencia de hierro (cuadro de anemia), fatiga, cansancio generalizado, apatía y astenia. Por otra parte, cabe recordar que la celiaquía también presenta un componente genético, por lo que los antecedentes familiares constituyen un factor de riesgo.
 
Pero aunque se conoce su sintomatología, estamos ante una enfermedad que, en ocasiones, puede esconder su síntoma retrasando el diagnóstico.
 
Prevenir es ganar en salud y, en este caso, la premisa es igualmente válida. Diagnosticar y tratar de manera precoz puede evitar otros trastornos asociados como enfermedades autoinmunes. Los avances tanto en el conocimiento como en el tratamiento de la celiaquía se han traducido también en un aumento de los diagnósticos, llegando a multiplicarse por diez con respecto a la década de 1990, lo que además sitúa a nuestro país como uno de los mayor incidencia de la intolerancia al gluten entre los más jóvenes.
 

Leche materna y salud

La leche materna activa el sistema inmune y protege al bebé de las infecciones por bacterias o virus y que afectan, fundamentalmente, al sistema gastrointestinal, las vías respiratorias y los oídos. A la lactancia materna no solo se le reconoce beneficios para prevenir la incidencia de la celiaquía, sino también para la prevención de otras enfermedades como alergias, diabetes, meningitis, asma o dermatitis atópica.
 
La leche materna, entre otros, es una fuente de probióticos que ayuda a regular la flora intestinal. Además, por su contenido en leptina, la hormona encargada de regular el apetito, puede ayudar a prevenir los problemas de sobrepeso u obesidad. Y por si fuera poco, contribuye a la prevención de las caries y otros problemas dentales y también se considera que contribuye al desarrollo cerebral.

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