Cómo decir que no: Si te cuesta negarte, debes leer esto

¿Te cuesta decir que no a sabiendas de que eso te supondrá un quebranto? Hay personas que, por timidez, inseguridad, falta de confianza, cierto sentimiento de vergüenza o deseo de acercarse al otro y de congeniar, se muestran prácticamente incapaces de decir no, o al menos de hacerlo de manera tajante para que la otra parte no tenga dudas de su significado. Negarse a hacer una determinada cosa o no estar de acuerdo con algo -ya sea en el terreno laboral o personal- es una cuestión de principios y de remarcar nuestra personalidad ante los demás. No se trata de decir no a todo e instalarse en la negativa constante, pero cuando una persona no marca sus líneas y no manifiesta o impone de vez en cuando su criterio, puede acabar sintiéndose utilizado y poco respetado por el resto.

Aprender a decir que no en el trabajo -por ejemplo, a asumir más carga laboral o responsabilidades que de entrada sabemos que no podemos- y en la vida familiar -por ejemplo, a asumir siempre el cuidado de los niños sin disponer de tiempo para ti-. Decir no, cuando realmente es lo que pensamos, no es en absoluto negativo, sino todo lo contrario, ya que mostrarnos como no somos solo nos hará sentir peor. Hacer las cosas, o no atreverse a decir no solo por vergüenza o por querer agradar, solo merma nuestra personalidad.

Recuperar el control y el respeto

Decir no cuando no estamos de acuerdo con algo o consideramos que no debemos hacer alguna cosa que nos han pedido es una manera de mantener el control de nuestros actos, al tiempo que refuerza el respeto de los demás hacia nosotros. Solemos hacer lo contrario de lo que queremos porque anteponemos los deseos de los otros a los nuestros, y la generosidad está muy bien, salvo cuando se traduce en un sentimiento de frustración. Si nos mostramos apocados o tendemos a decir sí cuando lo que pensamos es no, puede que los demás lo vean como una debilidad. Decir no, cuando la situación así lo requiere, es una fortaleza, así que dejar de sentirte culpable porque en definitiva ser consecuentes con nuestros pensamientos es la mejor forma de sentirnos bien.

Cómo decir no

Cuando nuestra respuesta es no, siempre debe ser firme, directa, concisa y educada, demostrando que respetamos la opinión de los demás pero que también tenemos claro cuáles son nuestros límites. Evita las excusas y los rodeos, y en caso de duda, retrasa la respuesta hasta tener claro cuáles serán las implicaciones.

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