¿El cloro de la piscina es malo?: Posibles efectos sobre la salud

El exceso de cloro, el producto químico más utilizado para desinfectar el agua de la piscina, puede tener efectos sobre la salud. El cloro, en cantidades elevadas, puede afectar a la epidermis de la piel, alterando su pH, así como a los ojos, cabello y sistema respiratorio. Con la llegada del verano, sin duda no hay nada más refrescante y relajante que dar un chapuzón en la piscina, pero esto no implica olvidarnos de algunas normas básicas de prevención.

El cloro es un producto desinfectante relativamente económico y eficaz, que se utiliza para eliminar microorganismos patógenos. Descubierto en 1774 por el químico sueco Carl Wilhelm Scheele, comenzó a ser ampliamente utilizado en el siglo XIX cuando se descubrió su potente poder desinfectante para evitar la propagación de algunas enfermedades. Hoy en día se sigue utilizando para desactivar las bacterias y los virus provocando su desaparición.

Cloro en las piscinas

Para la dosificación del cloro como desinfectante es conveniente tener en cuenta que la dosis depende de la cantidad de materia orgánica en el agua, del pH del agua, que debe ser preferiblemente entre 5,5 y 7,5, del tiempo de contacto y la temperatura.

El tratamiento del agua de piscinas está regulado por el Ministerio de Sanidad, en concreto por el Real Decreto 742/2013, de 27 de septiembre, por el que se establecen los criterios técnico-sanitarios que deben cumplir este tipo de instalaciones. El agua de las piscinas debe estar libre de organismos patógenos y sustancias en una cantidad o concentración que pueda suponer un riesgo para la salud humana. Según la normativa, las sustancias biocidas utilizadas en el tratamiento del agua del vaso de la piscina, serán los desinfectantes utilizados en los ámbitos de la vida privada y de la salud pública y otros biocidas. Asimismo, la ley establece los controles de rutina y periódicos que se deben realizar.

Efectos en la salud

Los efectos del cloro sobre la salud dependen de su concentración y de la duración y frecuencia de la exposición. El exceso de cloro puede afectar al sistema respiratorio (aumento de los riesgos de asma), y a los ojos y la piel, provocando irritación. Los niños son más vulnerables a los efectos nocivos del cloro porque tienen una piel más fina y, además, suelen pasar más tiempo en el agua.

Hay otro factor de riesgo a tener en cuenta, y que viene de la mano del equipo de investigadores del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental de Barcelona que ha detectado un aumento en los biomarcadores relacionados con el riesgo de cáncer. El cloro es, de hecho, puede ser muy reactivo con las células de la piel. Para contrarrestar la acción negativa del cloro, después de cada baño es aconsejable aclararse con agua sin cloro y aplicar una crema hidratante o aceite corporal, y un acondicionador para el cabello.

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