Vértigos: Cuando el entorno se mueve

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Vértigos: Cuando el entorno se mueve. El vértigo puede definirse como una falsa sensación de giro. Aunque en la mayoría de los casos suele tratarse de un proceso benigno, también puede ser una señal de un trastorno neurológico más severo. Disminuir el estrés y la ansiedad, evitar los cambios bruscos de posición, restringir el hábito de fumar y no abusar de la cafeína son algunos de las medidas preventivas que podemos poner en práctica si hemos padecido algún episodio de vértigo. Un trastorno que, como veremos a continuación, puede clasificarse en vértigo periférico y vértigo central, en función de la localización de las lesiones.
 
El oído, y en concreto el órgano denominado laberinto, juega un papel esencial a la hora de no perder el equilibrio de nuestro cuerpo. En otras palabras, es el responsable del denominado sistema vestibular, el cual trabajo en común con los ojos, los músculos y las articulaciones manteniendo tanto el equilibrio como la orientación. El proceso básicamente consiste en que el ojo envía una señal al cerebro informándole de la posición del cuerpo respecto al entorno, información que el cerebro procesa y compara con la recibida por parte del sistema esquelético y vestibular. Aunque como hemos señalado la mayoría de los episodios de vértigo responden a una causa benigna, es importante consultar al médico ya que puede ser una señal de un problema neurológico más severo.
 

Vértigo: Causas y tipos

Las causas están directamente relacionadas con el tipo de vértigo, el cual se puede clasificar en vértigo periférico (la lesión aparece en el laberinto) y vértigo central (lesión en el cerebro o en alguno de sus nervios de conexión). Dentro del vértigo periférico se incluye la conocida como enfermedad de Ménière, la cual se define por una alteración del oído interno con episodios de vértigo, sordera y zumbidos en el oído. Suele aparecer con mayor frecuencia a partir de los 50.
 
Los síntomas de esta enfermedad están relacionados con la cantidad de líquido que hay dentro del laberinto. En estos casos, los episodios de vértigo pueden durar desde unos minutos a una hora, al tiempo que pueden venir acompañados de náuseas, sudoración excesiva, dolor de cabeza, molestias abdominales y diarrea. Entre las medidas preventivas para paliar los síntomas los especialistas aconsejan reducir el estrés, disminuir el consumo de cafeína, alcohol, tabaco y sal en la dieta.
 
La laberintitis, una inflamación del oído interno, también puede provocar vértigos y pérdida del equilibrio. En este caso, la mejor forma de prevenir este problema es evitar y tratar de manera inmediata las infecciones de oído y de las vías respiratorias.
 
Por último, dentro de la categoría de vértigos periféricos, también se incluye el denominado vértigo posicional benigno, el cual se caracteriza por una rápida sensación de que el entorno se mueve al estar colocados en determinadas posiciones. En este caso, basta con evitar las situaciones de la cabeza que lo provocan.
 
Tal y como hemos señalado, el vértigo también puede ser central, siendo la principal causa los problemas neurológicos que afectan al sistema nervioso, por ejemplo la esclerosis múltiple, y los trastornos de los vasos sanguíneos cerebrales (el ictus, por ejemplo).
 
El vértigo central suele ser menos intenso, pero más duradero, y no suele llegar acompañado de síntomas como náuseas o vómitos.

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