El tratamiento de oxígeno consiste en una terapia antienvejecimiento de la piel, ya que consigue paliar los efectos que el paso del tiempo ha dejado en nuestra dermis además de prevenirlos. Pero ¿en qué se basa exactamente la oxigenoterapia? ¿Qué beneficios tiene en nuestra piel? ¿Cómo se realiza el tratamiento? Resolvemos todas tus dudas.
Los años pasan y el tiempo va dejando sus huellas inevitablemente en nuestro cuerpo, pero gracias al oxígeno podemos luchar contra el envejecimiento y conseguir una piel tersa y firme, suavizando las líneas de expresión y reduciendo las arrugas.
La oxigenoterapia se fundamenta en aprovechar los principios del oxígeno en la dermis dándole un extra de hidratación y actuando como un gran antioxidante. Existen varios métodos de aplicación del oxígeno puro: rociar a presión la piel con oxígeno puro para que éste penetre en las capas más profundas de la dermis, así como en las más superficiales; por medio de cremas y masajes; o aspirándolo en una terapia de carácter relajante.
El tratamiento de oxígeno más común se basa en la aplicación directa sobre nuestro rostro del oxígeno. Para ello, primero el especialista realizará una limpieza facial completa con el fin de que el oxígeno penetre mejor en la piel. Después se aplica el oxígeno puro, pulverizándolo sobre el rostro y dejándolo un tiempo para que penetre bien, y se finalizará el tratamiento aplicando una mascarilla específica para nuestro tipo de piel y los efectos que buscamos conseguir con la terapia.
Un tratamiento recomendado no solo para las personas maduras sino también para las jóvenes, ya que actúa contra el envejecimiento celular previniendo las arrugas y aportando una mayor luminosidad a la piel y reduciendo el acné y los granos gracias a sus efectos desintoxicantes. Además, el tratamiento de oxígeno está recomendado tanto para pieles grasas ya que actúa regulando el sebo y cerrando los poros, como para pieles secas porque les ayuda a recuperar la humedad.
