Epilepsia: ¿Un único ataque nos hace epilépticos?

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Epilepsia: ¿Un único ataque nos hace epilépticos? La Organización Mundial de la Salud, OMS, estima que una de cada diez personas padece a lo largo de su vida un ataque epiléptico. Pero sufrir un único ataque no significa necesariamente que padezcamos epilepsia, una patología crónica del cerebro que se manifiesta con trastornos brucos y transitorios de sus funciones que suelen venir acompañados de convulsiones. La epilepsia puede ser hereditaria o odiopática, es decir, de origen desconocido.
 
Dos o más crisis no provocadas definen, según la OMS, la epilepsia. En otras palabras, padecer un ataque de epilepsia a lo largo de la vida no significa que padezcamos esta enfermedad. De hecho, es algo que le sucede a uno de cada diez personas, según datos médicos. Es una de las dudas que rodean a la epilepsia, la cual pese a ser una de las patologías conocidas más antiguas, sigue siendo una gran desconocida en muchos aspectos. Falta de información que han alentado los mitos o falsas creencias en torno a la epilepsia, mitos que han levantado unas barreras que, todavía hoy, los pacientes de epilepsia se ven obligados a romper.
 
Hacer visible una patología que en nuestro país afecta aproximadamente a 400.000 personas es el primer paso para mejorar su diagnóstico y tratamiento, enfocado especialmente en mejorar la calidad de vida de los pacientes. Según datos médicos, siete de cada diez pacientes controlan totalmente su enfermedad a través del tratamiento farmacológico.
 
La epilepsia es la activación repentina de un grupo de neuronas cerebrales, cuya causa, en unos casos, no se detecta, salvo una predisposición heredada. En otros casos, las neuronas pueden estar alteradas por anomalías de desarrollo antes de nacer, traumatismos cerebrales, tumores cerebrales, alteraciones vasculares del cerebro o degeneración por la edad o por dolencias como el Alzheimer.
 
Las convulsiones o bruscas contracciones musculares, que pueden afectar a diferentes partes del cuerpo, son el síntoma más característico de la epilepsia. Su duración e intensidad depende de la zona del cerebro donde se produzca la descarga eléctrica y anormal de las neuronas. En algunos casos, algunas señales anuncian su aparición, como dolor de cabeza, somnolencia y sacudidas musculares, aunque por regla general se suelen presentar de manera repentina.
 

Crisis epilepsia: Estímulos desencadenantes

Las luces centelleantes, los sonidos repetitivos son los estímulos que pueden desencadenar una crisis epiléptica, sobre todo cuando son de gran intensidad. Pero no son los únicos. Dormir poco, saltarse los horarios de las comidas, el estrés emocional, la fiebre, el consumo de alcohol o, en el caso de las mujeres, la regla, también puede desencadenar una crisis.
 
La epilepsia más común es la que se manifiesta con pérdida de conciencia, rigidez del cuerpo, parada respiratoria y caída al suelo. A continuación, aparecen las convulsiones, las cuales pueden durar varios minutos. Las crisis pueden provocar incontinencia urinaria. Tras un episodio, el paciente puede sentir dolor de cabeza y muscular y confusión sobre lo sucedido.
 
En otros casos, la pérdida de conciencia solo dura unos segundos, por lo que puede pasar inadvertida. La actividad que se estaba realizando se interrumpe, la mirada queda fija y pueden aparecer leves convulsiones o contracturas.

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