Comida rápida y estrés: ¿Qué sucede?

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Comida rápida y estrés: ¿Qué sucede? La tendencia a seguir una dieta donde la comida rápida es protagonista nos hace más vulnerables a padecer estrés y, según algunos especialistas e investigadores en nutrición, a sufrir estados depresivos. El perfil de los consumidores de comida rápida no solo delata una dieta poco equilibrada, sino también algunos de nuestros puntos débiles en cuestiones de salud, porque este tipo de dieta también suele estar relacionada con otros hábitos poco saludables, como el no practicar actividad física o fumar.
 
¿Crees que tu dieta es equilibrada o recurres con demasiada frecuencia a la comida rápida? La tendencia a ingerir con demasiada frecuencia comida rápida puede ser un síntoma de estrés, pero también de un mayor riesgo de padecer un estado depresivo. Y es que llevar una alimentación desequilibrada no solo repercute en nuestra salud física, también en la salud emocional. Cuando nuestro organismo presenta un déficit nutricional pueden aparecer, además de trastornos físicos asociados (por ejemplo, cansancio generalizado por falta de hierro), síntomas como problemas de concentración, pérdida de memoria, agotamiento mental, irritabilidad o cambios de humor. El comer mal repercute en el funcionamiento de nuestro organismo, sin olvidar los beneficios que nos estaremos perdiendo de los alimentos naturales.
 
Cuando hablamos de comida rápida hacemos referencia a alimentos de bollería industrial (rosquillas, magdalenas, cruasanes, entre otros), productos cárnicos (hamburguesas, salchichas) o pizzas. Abusar de su consumo es poco saludable y, aunque en algunos casos, como el de los dulces y bollería industrial, nos pueda saciar de manera rápida, no nos ayudarán a aplacar el apetito y a evitar caer en la tentación de picar entre horas. Además, investigadores y expertos en nutrición también apuntan a una relación entre el mayor consumo de comida rápida y los riesgos de padecer depresión. Un estudio publicado este 2012 en Public Health Nutrition, y realizado por las universidades de Navarra y Las Palmas de Gran Canaria, apuntaba a que el perfil del consumidor de comida rápida tenía un 51% más de probabilidades de padecer depresión. De hecho, según datos médicos, una de cada cuatro personas con depresión tiene niveles bajos de vitaminas B2, B6, B12 y ácido fólico.
 

Dieta antiestrés

El cuidar poco nuestra alimentación suele llevar parejo la pérdida de otros hábitos saludables. En cuestión de alimentación, cuando la protagonista de la dieta es la comida rápida suele haber una carencia de frutas y verduras, frutos secos, pescados y aceite de oliva, alimentos básicos de la pirámide alimentaria de una dieta sana, variada y equilibrada, o lo que es lo mismo, una dieta que nos aporte todos los nutrientes esenciales.
 
El estrés dispara nuestro apetito. Pero no nos dejemos engañar. Si necesitamos calmar los nervios, hay que tratar de elegir un alimento nutritivo de efecto relajante, como una galleta de avena, un par de dátiles o un plátano, la fruta del buen humor por su contenido en triptófano, un compuesto que activa la hormona del bienestar. Otro remedio natural lo encontramos en una planta, el azafrán, apreciado por su capacidad para modular el sistema nervioso, contrarrestando los estados de astenia, desánimo, depresión y ansiedad. En concreto, reduce los cambios leve de humor y la irritabilidad.
 
No solo la dieta es importante. También el mantenerse activo y evitar otros hábitos nocivos para la salud como el tabaco. El exceso de carga de trabajo no solo es un desencadenante del estrés laboral, sino también suele ser un motivo para o cuidar la dieta y decantarse por la comida rápida.

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