Nutrición y dietética son sinónimos de salud y alimentación, cuyas premisas básicas cuestiona la ciencia con una nueva teoría sobre el verdadero papel y la importancia de los nutrientes en una dieta balanceada.
Los investigadores han aportado un nuevo enfoque sobre lo que hay que saber sobre alimentación para cuidar la salud. El estudio, realizado por el Departamento de Nutrición, Ejercicio y Deportes de la Universidad de Copenhague publicado por la revista científica American Journal of Clinical Nutrition, concluye que los efectos de los nutrientes de los alimentos en el organismo no deben ser valorados de manera individual, sino como parte del conjunto de la dieta.
¿Por qué es importante saber de nutrición y diétetica?
La nutrición es uno de los pilares fundamentales de la salud y, como parte de un estilo de vida saludable, la mejor prevención frente a enfermedades como la obesidad, diabetes, colesterol alto… De los alimentos obtenemos la energía y los compuestos necesarios para que el organismo desarrolle sus funciones vitales.
¿Cuál es el papel de los nutrientes?
Los nutrientes no se toman de manera individual, sino que los alimentos se combinan, por lo que atendiendo a la teoría planteada por los científicos hay que evaluar conjuntamente los alimentos que se toman al mismo tiempo. Teniendo en cuenta solo los nutrientes que contiene un determinado alimento el análisis es incompleto.
La composición nutricional (vitaminas, minerales, hidratos de carbono, grasas, proteínas…) es uno de los factores de la ecuación para saber el efecto real de los alimentos en el organismo y que, además, explicaría por qué en ocasiones es diferente a lo esperado.
La interacción entre micronutrientes, bacterias beneficiosas para la salud y otros compuestos puede modificar las propiedades nutricionales de un alimento. De igual manera los científicos apuntan a que hay que tener en cuenta los métodos de preparación de los alimentos.
Entre los ejemplos que ponen los propios científicos se incluyen las almendras que, durante el proceso de digestión, liberan menos grasas de la que en realidad contiene.
Algo similar sucede con los productos lácteos como el queso, por ejemplo, cuyo efecto sobre el colesterol es menor del que podría hacer pensar su contenido en grasa saturada.
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