Errores comunes en la crianza de los hijos

Ser padres es toda una responsabilidad y, en especial, un aprendizaje constante. Como buenos padres todos queremos lo mejor para nuestros hijos, los mejores cuidados, la mejor educación, las mejores oportunidades… pero como padres también podemos errar o equivocarnos en alguna decisión. Algunos de los errores más comunes no solo los cometen los padres primerizos, sino que, en ocasiones, llevados por ese deseo de ser unos padres perfectos, tendemos a dejarnos llevar. Sin embargo, conviene recordar que como padres tenemos la responsabilidad de enseñar una serie de valores y aportar las herramientas necesarias para su desarrollo y crecimiento como persona. Esto quiere decir que, en ocasiones, tendremos que decir que no a determinadas cosas o tendremos que imponer un castigo si se han portado mal, por ejemplo. No siempre es fácil saber qué hacer en cada momento, ni tampoco hay un receta infalible para no cometer errores en la crianza de los hijos.

Errores al educar

¿Cuáles son los errores más comunes que cometemos como padres a la hora de criar a los hijos?

Sobreprotección

La sobreprotección puede tener efectos negativos sobre el desarrollo emocional del niño. Por un lado, puede llegar a pensar que no hay nadie más importante que él o, por el contrario, convertirse en una persona insegura a la hora de tomar decisiones. Una cosa es ayudar a tu hijo a hacer los deberes y otra es que los termines prácticamente haciendo tú. Sucede algo similar si no se ordena su habitación o no asume las tareas que a medida que crece puede acometer para ayudar en las tareas del hogar. Descubre si eres una madre helicóptero.

Restar autoridad al otro progenitor

Este es uno de los errores que conviene evitar porque deteriora la autoridad o el respeto hacia el otro progenitor. Si los dos progenitores transmiten un mensaje diferente, el niño no sabrá qué hacer. Es importante, como aconsejan los expertos en educación, que el niño perciba unidad y consenso entre los padres. Tanto a la hora de decidir cuestiones cotidianas como al imponer recompensas o nuevas normas, es conveniente que sean consensuadas por ambos padres. Tampoco es acertado derivar la responsabilidad de determinadas decisiones a uno de los progenitores, con respuestas del tipo ‘pregunta a tu madre’ o ‘lo que decida tu padre’.

Dejarse llevar por el cansancio

En ocasiones actuamos movidos, casi sin darnos cuenta, por el estado de ánimo. De hecho, si estamos cansados o estresados podemos llegar a cometer el error de adoptar comportamientos o actitudes negativas o responder con frases que no debes decir a tus hijos.

Castigos erróneos

Tan erróneo es el imponer un castigo desproporcionado como el olvidarse de haberlo impuesto. De nada servirá en ambos casos porque el castigo debe servir para educar y para que el niño aprenda que comportarse mal implica una serie de consecuencias. Olvídate de castigar al niño con no ver la televisión durante un mes o sin salir un mes entero si es adolescente, es más aconsejable ser moderado y práctico, limitando por ejemplo a un tiempo determinado la conexión a internet.

Comparaciones entre hermanos

Recuerda que cada uno de tus hijos es diferente, y que incluso es posible que alguno de ellos requiera, en un determinado momento, una mayor atención. Nadie mejor que los padres para saber cómo es cada uno de sus hijos y lo que necesita, y nunca hagas comparaciones entre ellos porque eso solo suscitará celos, envidias y rencillas entre hermanos.

Promesas incumplidas

Si prometemos algo a nuestros hijos hay que cumplirlo, porque lo contrario causa decepción y terminará por desmotivarlo a la hora de lograr algún reto. No damos un buen ejemplo si no cumplimos las promesas que damos como padres, ya que esto también menoscabará la confianza y el respeto que sienten nuestros hijos hacia nosotros. No olvidemos que como padres tenemos que dar ejemplo, y esto es extensible a cualquier conducta o situación a la que nos enfrentemos.

No decir no

Los niños también tienen que aprender el significado de la palabra no, ya que por ejemplo, han de aprender que hay unas normas mínimas de convivencia. De lo contrario, cuando intentemos imponer alguna norma resultará imposible.

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