Ojo de gallo en el pie: ¿Cómo reconocerlo?

El ojo de gallo, o también ojo de perdiz, es el nombre común que se le da a una callosidad, tan molesta como dolorosa, cuya denominación en términos médicos es heloma interdigital o heloma Molle.

Aparece entre los dedos de los pies, generalmente entre los dedos cuarto y quinto, y siendo su principal causa la presión ejercida de manera continua sobre la piel, por ejemplo por el uso de zapatos demasiado estrechos. Al aparecer la callosidad, por el propio roce de los dedos, puede derivar en una herida, produciendo dolor. ¿Qué podemos hacer para tratar y, sobre todo, para prevenir su aparición? Vamos a ver, más detenidamente, cuáles son las señales inequívocas de la aparición de un ojo de gallo en el pie.

Causas y síntomas

Utilizar calzado de punta estrecha, de mala calidad o realizar deporte con zapatillas sin calcetines son algunas de las causas más comunes que provocan la aparición del denominado ojo de gallo entre los dedos de los pies. La erosión e inflamación de la zona de la piel afectada es una de las primeras señales del ojo de gallo, zona que si además tiende a estar húmeda puede volverse más vulnerable a la infección por bacterias u hongos. Es importante consultar al podólogo para confirmar que se trata de un ojo de gallo para determinar cuál es el tratamiento más adecuado. De hecho es importante acudir al especialista ya que puede ulcerarse e inflamarse, lo que desencadena dolor y dificultades para calzarse.

¿Qué hacer?

En primer lugar, como alternativa antes de recurrir a la cirugía, es exfoliar la zona. Es aconsejable utilizar calzado ancho y, en algunos casos, se puede utilizar una ortesis o apósitos de silicona o gel polímero para evitar la continua presión entre los dedos, aliviando el dolor al crear un efecto almohadilla. Cuando esta callosidad se vuelve recurrente, o genera más molestias de las debidas, lo más indicado es una cirugía sencilla para erradicar el problema óseo del ojo de gallo.

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