Las durezas de los pies siempre han sido muy molestas. Acaba con ellas siguiendo nuestros consejos
Las durezas son una de las molestias más habituales cuando hablamos de los pies. A veces suponen una tremenda molestia a la hora de andar y en otras su tacto rugoso da al traste con esa imagen estética que tanto trabajo nos cuesta proyectar y aún más trabajo nos cuesta mantener. Muchas veces lo dejamos correr, alegando que tenemos problemas más importantes de los que ocuparnos como bajar de peso, cuidar nuestra alimentación o escoger la ropa adecuada.
Y aunque tampoco debemos desatender los asuntos mencionados más arriba, tal vez podamos dedicar un minuto de nuestro a dejar a un lado la mascarilla de pestañas y comenzar a aplicar de una vez por todas alguna de las técnicas que te sugerimos a continuación.
Lo primero que des hacer es aplicar una mascarilla. Puedes adquirirlas a muy bajo precio en tu supermercado de confianza o incluso en la farmacia. Si no las encuentras, puedes consultar con tu podólogo. Estas mascarillas funcionan como un apósito. Se aplican sobre la dureza en cuestión con los pies totalmente secos. Pueden mantenerse de esta manera durante cuatro días y se despegarán fácilmente al contacto con agua caliente.
Si no se quiere optar por los apósitos, la mejor alternativa es una piedra pómez. Primero se ha de empezar con movimientos laterales y firmes, apretando con fuerza. Una vez se haya desprendido un poco de piel muerta se debe proceder a movimientos circulares por toda la zona hasta que la piedra comience a raspar sobre la piel. Que raspe significará que se ha eliminado una buena parte de la piel muerta. Después de haber finalizado el trabajo con la piedra pómez, lo mejor es aplicar sobre la zona alguna crema hidratante para calmar la irritación que haya podido surgir.
Lo que no debes hacer
Uno de los grandes enemigos de la dureza son los objetos punzantes. En la medida de lo posible deben evitarse limas, tijeras cuchillas de afeitar. Las cuchillas de afeitar son muy inapropiadas en estas situaciones debido a la alta sensibilidad de la zona que se pretende rasurar.
Las limas, por otra parte, deben aplicarse con mucha energía para lograr un resultado más o menos razonable y, cuanta más fuerza, menos control suele tenerse. De forma que si esta se desliza sobre una zona no deseada puede provocar serios cortes.
