Amatofobia: Vivir con temor a la suciedad y el polvo

La amatofobia es el miedo al polvo y a la suciedad. Un miedo persistente, exagerado e injustificado pero que puede llegar a interferir seriamente en la salud emocional de quien lo padece. Las fobias generan angustia, temor ante situaciones incontrolables y una gran dosis de ansiedad.

El miedo al polvo, al simple contacto, puede considerarse como una de las fobias más raras. El término amatofobia deriva del griego, amathos (arena suelta) y phobos (miedo), y este tipo de fobia está catalogada como fobia simple o específica, es decir, se enfoca en un objeto o situación concreta. ¿Cómo saber si tengo fobia?, ¿qué hacer en caso de amatofobia?

Síntomas de fobia al polvo

Además de una ansiedad severa, la fobia al polvo puede venir acompañada de otra serie de síntomas físicos y psíquicos:

  • Pensamiento desproporcionado y distorsionado ante el estímulo que genera la fobia, lo que lleva a evitar de todas las formas posibles el contacto con el polvo.
  • Dificultad para respirar.
  • Sensación de opresión en el pecho.
  • Sudoración excesiva.
  • Aumento del ritmo cardíaco (taquicardias).
  • Miedo a perder el control.
  • Sensación de angustia e inquietud.
  • Obsesión por el orden y limpieza excesivos.
  • Lavarse las manos de manera constante.
  • Tendencia al aislamiento social.

Causas de la fobia al polvo

La mayoría de las fobias aparecen en la infancia, adolescencia en la edad adulta temprana, pudiendo deberse a diferentes causas, siendo las más comunes:

  • La amatofobia, como la mayoría de las fobias, puede ser consecuencia de una experiencia traumática.
  • Miedo al polvo que puede estar causado por una educación familiar demasiado estricta con la limpieza.
  • Fobia por el miedo a contraer infecciones. En este caso, el miedo al polvo puede estar asociado a la fobia a los gérmenes y bacterias.

¿Cómo superar la fobia al polvo?

El primer paso para superar las fobias es reconocer qué fobia tienes. Negarlo nunca es la solución, sino todo lo contrario, porque los episodios de ansiedad pueden interferir en la vida cotidiana de manera muy importante.

El tratamiento de las fobias requiere la ayuda profesional, contando actualmente con diferentes tipos de terapias psicológicas, como las basadas en la exposición al estímulo o las terapias cognitivas para reemplazar las conductas o pensamientos negativos por positivos. Algunos expertos también recomiendan las terapias PNL (Programación Neurolingüística).

Las terapias de relajación, como la práctica de yoga, ayudan a canalizar la ansiedad y las emociones negativas.

En algunos casos, y siempre bajo prescripción médica, puede ser recomendable tomar fármacos contra la ansiedad y para reducir los síntomas de la fobia.

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