Flacidez facial: Causas y tratamientos caseros

flacidez rostro
Es inevitable que, con el paso de los años, nuestra piel pierda elasticidad y aparezca la temida flacidez facial. Sin embargo, podemos retrasar los efectos del envejecimiento prematuro conociendo sus causas y aplicando unos sencillos tratamientos caseros.
 
Patas de gallo, arrugas, manchas, ojeras y, por supuesto, la flacidez facial son algunos de los síntomas inequívocos de la reacción de nuestra piel ante el envejecimiento prematuro. La falta de cuidados, pero también la exposición al sol, la dieta, el estrés, el tabaco o la falta de sueño, contribuyen de manera directa al declive de determinadas funciones celulares que conducen a un aumento de los radicales libres. Adoptando un estilo de vida saludable –cuidando la alimentación, entre otros aspectos- y utilizando cuidados adecuados para la piel podremos controlar algunos de estos factores y, sobre todo, evitar la antiestética flacidez.
 

Flacidez facial causas

La flacidez en el rostro aparece cuando el colágeno y la elastina (fibras que sujetan la piel) dejan de hacer de manera correcta su función. En otras palabras, el proceso de destrucción de estas fibras supera al de la regeneración. Lógicamente, el paso de los años también hace que se pierda grasa subcutánea, siendo más palpable en el rostro.
 

Tratamientos caseros: cuidados en casa

La constancia es premisa básica en el cuidado de la piel y, en concreto, en el cuidado del rostro para evitar la pérdida de elasticidad, lo que a su vez acentuará la flacidez. Las cremas (contorno de ojos, cremas de día y fórmulas de noche) están especialmente recomendadas cuando el problema todavía no es muy acusado. Refuerzan el estado de las fibras de colágeno y elastina, brindan una mayor densidad a los tejidos y, al tiempo, ejercen un efecto tensor superficial, ya que dejan sobre la piel una fina película que la estira. Es aconsejable utilizar este tipo de cremas a partir de los 35 años.
 
Aplicar un cuidado específico (crema de noche) antes de irnos a dormir refuerza los efectos cosméticos del sueño. Las fórmulas de noche tienen un efecto antiedad por su mayor concentración de activos.
 
Otros aliados interesantes para el cuidado de la piel del rostro son los serums y mascarillas efecto lifting. Los primeros, al tener una mayor concentración de activos, penetran más fácilmente en la piel y ayudan a reparar las células dañadas. Conviene aplicarlos por la mañana y por la noche sobre la piel limpia. Las mascarillas reafirmantes contienen sustancias ultrahidratantes que simulan las pequeñas arrugas. Basta con aplicarlas una o dos veces a la semana.
 
También es efectivo tomar complementos por vía oral cuya composición incluya vitaminas, polifenoles (del té verde), ácidos grasos Omega 3, extractos de plantas y frutas. Y no te olvides de la gimnasia facial.
 

Polifenoles y retinol

Hay dos ingredientes de belleza esenciales para el cuidado y la firmeza del rostro. Se trata de los polifenoles y el retinol. Los primeros son un potente antioxidante que están presentes en numerosas plantas (granada, té verde, uva…), incluyen principios activos que, en cosmética, se aprovechan para varios fines. Los flavonoides y el resveratrol retrasan el envejecimiento celular, por lo que se incorporan a las cremas antiedad.
 
Por su parte, el retinol, también conocido como vitamina A, es un activo muy eficaz para potenciar la renovación celular, reducir las arrugas, atenuar las manchas y mejorar la textura de la piel.
 

Dieta contra la flacidez en la cara

La dieta juega un papel fundamental en el mantenimiento de una piel joven y tersa. Te damos tres claves:

  • Escoge siempre productos frescos, de temporada, y procura tomarlos crudos o cocinarlos poco y con la mínima grasa (siempre aceite de oliva virgen extra).
  • Acompáñalos de ajo, cebolla, germen de trigo, almendras, aguacates, pimiento rojo, semillas de lino o de sésamo… todos tienen numerosas virtudes y son ricos en antioxidantes (frenan el envejecimiento).
  • Consume pescado azul al menos tres veces por semana (salmón, sardinas, trucha…), ricos en ácidos grasos Omega 3.
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