El complejo de Casandra define el sentimiento de infravaloración e invisibilidad femenina, resultado de la construcción de la identidad sobre prejuicios y roles que perpetúan la desigualdad entre géneros. El complejo de Casandra se basa en el mito de la princesa de Troya, cuyo don de predecir acontecimientos (intuición, visión intuitiva…) no fue escuchado, sino rechazado.
Un complejo de Casandra que afecta a la mujer a nivel individual y colectivo, un fenómeno psicológico explorado por el movimiento feminista para representar la marginación de lo femenino y las aportaciones de la mujer en todos los ámbitos a lo largo de la historia. Complejo de Casandra que pasa factura a la salud emocional.
Mujeres que no se sienten valoradas ni escuchadas

Los prejuicios y estereotipos, muchos de los cuales todavía hoy se mantienen (por ejemplo, pensar que la mujer sigue siendo el sexo débil), no hacen sino infravalorar a la mujer, incluyendo sus sentimientos, emociones y su capacidad intuitiva. El complejo de Casandra puede generar dependencia, falta de autoestima y una necesidad de controlarlo todo y de demostrar su valía de manera continúa. Esto además lleva a dejar de escuchar la voz interior, la que realmente nos dicta lo que queremos y necesitamos para sentirnos bien.
El mito de Casandra

Casandra, como relata la mitología griega, era una princesa de Troya, hija de Príamo y Hécuba. Apolo, el dios del Sol, se enamoró de Casandra y, junto a su propuesta de convertirse en su amante, le ofreció concederle el don de prever el futuro. Sin embargo, Casandra lo rechazó, y en venganza Apolo lanzó una maldición sobre ella para que ninguna de sus predicciones fuera tenida en cuenta.
Casandra, según el mito, tuvo que sufrir el agravio y la frustración de no ser creída, pese a que predijo muchos de los acontecimiento que marcaron la historia de Troya, como por ejemplo, alertando sobre las consecuencias de dejar entrar al caballo de madera (caballo de Troya) enviado por sus rivales griegos o la posterior caída de la ciudad.
La Ilíada (la epopeya griega atribuida a Homero) inmortalizó el mito de Casandra, y siglos después sería rescatado por el filósofo francés Gaston Bachelard para acuñar la teoría del complejo de Casandra. Entre las diversas interpretaciones, desde la perspectiva feminista el complejo de Casandra representa la invisibilidad de la mujer en las sociedades patriarcales y las virtudes que se le atribuyen al comportamiento femenino (sumisión de la mujer, pasividad, dependencia, debilidad, intuición…).
Infravalorar lo femenino no solo es desprender a la mujer de parte de su esencia, sino empujarla a asumir roles atribuidos a los hombres (competitiva, perfeccionista en el trabajo…), olvidando que ser mujer es, y debe ser, su rol en la sociedad, sin renunciar a su capacidad intuitiva e intelectual.